Una calle recuerda a Goicoechea Menéndez, autor de “La Noche Antes”, que narra el drama de la última batalla de la Guerra contra la Triple Alianza en defensa del Paraguay

Como continuación de la serie de entregas sobre los nombres de las calles de Asunción y la historia que encierra cada una de esas denominaciones, elaborada por la señora Evanhy de Gallegos, se brindarán datos sobre la vida del escritor argentino Martín Goicoechea Menéndez, autor de la “Noche Antes”, que narra el drama de Cerro Corá y de quienes protagonizaron la última batalla en defensa del Paraguay, a quien con una arteria capitalina se rinde homenaje

Por la Ordenanza 6117/67, la calle Martín Goicochea Menéndez es la que nace en la avenida Dr. Felipe Molas López al Oeste y se extiende hasta terrenos privados al Este de la calle Cap. Vicente Suárez, en el barrio Mburucuyá.

Datos sobre su historia que se ligó al Paraguay

Nació el 14 de agosto de 1877 en Córdoba.  Fue autor de “La Noche Antes”, que interpretó el espíritu de los sobrevivientes de la Guerra del Paraguay, atacado y vencido por la Triple Alianza.

Fue un escritor que amaba al Paraguay.  En 1897 publicó su primer libro de prosa.  En 1899 viajó a Buenos Aires, vinculándose con otros escritores y colaborando con las revistas de entonces.

En 1901, entró al Paraguay por Humaitá y el 11 de junio se presentó en Asunción en la redacción del diario “La Patria”, dirigido por Enrique Solano López y Juan E. O’Leary y les leyó su poema “Las Ruinas Gloriosas.  Ante Humaitá”.

Enrique Solano López, hijo del Mariscal Francisco Solano López, quedó impresionado.

Publicó la obra literaria en su periódico y produjo una profunda impresión en el público.  Así fue que Goicoechea quedó definitivamente consagrado en el Paraguay.

El 23 de junio de ese año disertó, en el “Instituto Paraguayo”, sobre “El pensamiento argentino y sus relaciones con el Paraguay”.

Le contestó el doctor Manuel Domínguez, con un artículo denominado “Torres Humanas” y otro titulado “Los Hombres Montaña”.

En 1902 se incorporó al diario “El Paraguay”, del senador Juan Cogorno, que tenía como jefe de redacción a Adolfo Riquelme.  En el mes de abril abandonó su trabajo e insultó al director del periódico, el senador Cogorno, diciendo de él que era un “armiño de imbecilidad sin una sola mancha de inteligencia”.

El litigio verbal y judicial por injurias terminó cuando el senador fue nombrado en un cargo diplomático en Chile.

Goicoechea Menéndez era andariego, no quedó mucho tiempo en ningún lado.  En 1903 estaba en Buenos Aires, trabajaba para un medio de Estanislao de Zeballos, pero seguía escribiendo sobre el Paraguay.

Los paraguayos no saldríamos de su mente.  Publicó “El Raído” y, ese mismo año, “Clases rurales del Paraguay”.

En enero de 1904, reapareció contestando un artículo periodístico. Después volvió a desaparecer.

El diario “La Tarde” informó, en julio, que estaba vivo y radicado en Concepción, donde colaboraba con el municipio.  En ocasiones utilizaba seudónimos.

Al estallar la revolución de 1904, en octubre, se incorporó al ejército rebelde.

Fue amigo de los líderes de la contienda, el general Benigno Ferreira y el doctor Cecilio Báez.  Esto no lo enemistó con el bando político contrario.  También era amigo de Enrique Solano López y Juan E. O’ Leary.

En julio de 1905, el diario “La Tarde” dijo que estaba en el país.  Después el semanario “Cri Cri Social” lo incorporó y le dedicó una caricatura.

El 26 de agosto, en un reportaje en el diario “La Tarde”, contó que se encontraba escribiendo “Guaraníes”.

Y en octubre de 1905, puso en manos de O’Leary el primer ejemplar de “Guaraníes”, donde se encuentra el poema “La Noche Antes”.

En noviembre, el diario “La Tarde” informó que estaba en Montevideo.

En enero de 1906, anunció que residiría en París.  El 4 de julio murió víctima del tifus en Yucatán, México.  Tenía apenas 28 años.

La Noche Antes

“Soldados del 14 – dijo el Mariscal – cuatro pasos al frente.

Y avanzaron quince hombres semidesnudos con el fusil terciado, la frente altiva.

El guerrero los contempló un momento y luego ordenó:

Soldados del 43, a revistarse.

Cuatro soldados se destacaron de la línea.  No quedaban más.

Los cuatrocientos que faltaban del regimiento dormían el buen sueño de la calma infinita, en el fondo de los esteros, bajo las ruinas de los pueblos, entre los fosos de las trincheras.

Aquellos cuatro hombres se perfilaban entre la noche, firmes, solemnes, rígidos.

Soldados del 46 – continuó el Mariscal.

Y avanzó una sola sombra.  Algo de inmenso flotaba sobre ella.  Ese hombre llevaba la bandera”.

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