Las “Irala, las Sanabria y las Mendoza”, por su importante papel entre las  Mujeres de la Conquista, son recordadas en una calle de Asunción

La calle Mujer en la Conquista, establecida por la Ordenanza 9543 de 1976, arranca en la avenida Mariscal López al Norte y se prolonga hasta la calle Río de Janeiro.  Corre paralela al Este de la calle Vanguardia, con una cuadra de extensión en el barrio Las Mercedes.

Sobre el papel fundamental de la Mujer en la Conquista no hay dudas.

Fueron las que se convirtieron en objeto sexual y servidumbre y dieron hijos criollos en la tierra conquistada; las que prefirieron “comer tierra” y envenenarse para morir y lucharon contra los extranjeros y también las españolas sacrificadas que se sumaron a Asunción durante la colonia.

Sobre las espaldas de las mujeres se fundó la ciudad.  Fueron las responsables de mantener la cultura guaraní y lo que queda del idioma como el mayor bien patrimonial.

Tienen historias dispares. “Yvoty Say ju” (flor amarilla) fue la primera en unirse a un europeo.  Era hija del cacique Moquirace, quien tenía su tava en la actual Mariano Roque Alonso.

Fue pareja del capitán Domingo Martínez de Irala, quien la trajo a Asunción y la rebautizó como Leonor de América.

La hija de ambos, Úrsula, llegó a poseer prestigio social al casarse con el capitán Alonso Riquelme de Guzmán.  Fueron padres del primer historiador del Río de la Plata, Ruy Díaz de Guzmán, nieto de Domingo Martínez de Irala.

La historia cuenta que Úrsula llegó a vestirse a la moda de las españolas, añadiendo un miriñaque al vuelo de su pollera.

La unión entre españoles y mujeres guaraníes generó el origen de la sangre del paraguayo.

El caso de la india Juliana fue diferente.  Fue abusada, junto a sus hermanas, por el español Nuño Cabrera, a quien le cortó la cabeza el jueves santo de 1539, en uno de los levantamientos contra los invasores.

Los españoles no tomaron venganza contra Juliana, hasta que llegó el nuevo Adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca y la puso como ejemplo del “desgobierno” de Martínez de Irala.

Ordenó su muerte por desmembramiento, lo que le valió, entre otros casos, su expulsión de Asunción.

Cuando en 1541 los españoles que quedaron con vida en Buenos Aires vinieron a Asunción, les acompañaron las pocas mujeres que quedaron vivas entre las 20 que formaron parte de la expedición de Don Pedro de Mendoza.

Isabel de Guevara, española, reclamó en una carta los mismos derechos a la propiedad y los beneficios de los que gozaban los varones de la conquista.

Es considerada la primera defensora de los derechos de las mujeres españolas en estas tierras.

Doña Mencia Calderón de Sanabria, esposa de quien fuera nombrado Adelantado, tuvo que asumir el rol de madre y jefa de la expedición a Asunción, ante su viudez.

Con 50 mujeres, sus hijos y los tripulantes, se largó a la aventura.

Una de esas mujeres fue Francisca Josefa de Bocanegra quien, en 1575, creó en Asunción la primera escuela de  niñas.

En 1580, la primera propietaria de tierras de Buenos Aires fue la migrante paraguaya Ana Díaz, quien acompañó a Juan de Garay en la expedición.

Entre las hijas de Martínez de Irala resaltaron: Marina, casada con Francisco de  Vergara; Ginebra, quien contrajo nupcias con Pedro Segura e Isabel, casada con el capitán Gonzalo de Mendoza.

Son mujeres que aseguraron la estabilidad en las nuevas tierras.

Las “ Irala, las Sanabria y las Mendoza” influyeron desde sus clanes familiares y participaron de las convulsiones entre “leales y tumultuarios”, que dieron origen a la política partidaria durante la colonia.

Sus nombres quedaron para la historia entre las miles de anónimas mujeres de la conquista.

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