La calle Independencia Nacional rinde homenaje a la gesta del 14 y 15 de mayo de 1811, poniendo fin a doscientos setenta y seis años de dominación española en Paraguay

Siguiendo con la serie de entregas sobre la nomenclatura de las calles de Asunción, elaborada por la señora Evanhy de Gallegos, se brindarán detalles sobre la calle Independencia Nacional.

Eran las 11 de la noche, con 18 minutos y 23 segundos del 14 de mayo de 1811 cuando, según los estudios astronómicos del recordado profesor Blas Servín, la luna se pudo observar en su fase de cuarto menguante y quedó iluminada la placita frente a la Casa de los Gobernadores, donde se reclamaba e intimaba la rendición del gobernador español Bernardo de Velasco y Huidobro.

Una calle de Asunción denominada Independencia Nacional recuerda ese día de la emancipación.

La instituyó por decreto del presidente Don Carlos Antonio López el 1 de abril de 1849, quien dispuso que “la calle de la Independencia Nacional será la del frontis de la Catedral y que todas las calles largueras, de Oeste a Este, terminaran sus denominaciones en la travesera de Independencia Nacional, que constituye el eje de la nomenclatura”.

También se sabe que en el periódico “El Pueblo” del 17 de enero de 1871, en plena ocupación aliada post guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, se lee que se cambió esa denominación eliminando la palabra “Nacional”, quedando solo como “Calle Independencia”.

En la lectura del artículo periodístico se percibe el sometimiento por la guerra perdida, lo que se corrigió en la Ordenanza de la Junta Municipal de Asunción del 2 de mayo de 1942, cuando se reorganizó la nomenclatura de las calles y se oficializó el nombre que le asignara Don Carlos Antonio López: Independencia Nacional.

La calle nace al Norte en la Bahía de Asunción, aledaña al Cabildo capitalino y a la iglesia Catedral, y se prolonga al Sur hasta los bañados de Tacumbú.  Es paralela a Nuestra Señora de la Asunción al Oeste y a Fulgencio Yegros, al este, y se extiende en los barrios Catedral, General Díaz, Obrero y Roberto L. Petit.

Los sucesos que desembocaron en la Independencia Nacional se aceleraron después de la batalla de Tacuary.

El gobernador Bernardo de Velasco y Huidobro fue consciente de que ya no podría conservar el cargo.

Acusado de cobarde por huir ante el enemigo en la batalla de Paraguarí, contactó con el portugués Diego de Souza, comandante de las tropas de Río Grande; también mandó una expedición naval a ocupar Corrientes y nombró gobernador de Las Misiones al coronel Fulgencio Yegros.

Faltaba poco más de un mes para el 14 y 15 de mayo de 1811, que terminó con doscientos setenta y seis años de gobierno español.

Hasta la Independencia Nacional habían mandado en estas tierras sesenta y ocho gobernadores españoles y uno solo nacido en el Paraguay: Hernando Arias de Saavedra.

Después del triunfo de Tacuary, solo quedaba a los paraguayos desalojar del poder al gobernador Velasco.

Juan Manuel Gamarra fue nombrado mayor de plaza de Asunción, pero sin mando efectivo.

Atanasio Cabañas fue designado subinspector de armas con dos meses de permiso.

Esto le permitió a Velasco sacarlos de circulación.

El único hombre de su confianza, Fulgencio Yegros, fue enviado a Itapúa como comandante de las tropas del Sur y gobernador de Misiones.

Sin embargo, éste era uno de los que preparaban la revolución.

Velasco se proponía asegurar Corrientes, pero la subversión estaba preparada desde la capital, Concepción e Itapúa, además de Corrientes.

A comienzos de mayo de 1811 todo estaba listo.

Yegros debía rebelarse en Itapúa; Blas José Rojas en Corrientes y en Las Cordilleras se les uniría Cabañas.  La columna marcharía a Asunción, donde se proyectaba una junta de gobierno integrada por Cabañas, Gamarra, Pedro Juan Caballero y el Dr. Gaspar Rodríguez de Francia.

El 9 de mayo, Abreu llegó a Asunción, siendo recibido en La Recoleta por autoridades y militares españoles.

La Recoleta es un hito.  El cruce del río, entonces llamado Tembetary, actual Mburicaó, presuponía un riesgo si se lo hacía descuidadamente.  Llegaron a juntarse 3.000 personas para esperar a Abreu en su llegada a la casa del gobernador, que estaba en la actual plaza de Armas o Independencia.

La conferencia con Velasco duró dos horas.  El gobernador aceptó el ofrecimiento de las tropas y decidió nombrar a Souza gobernador de Misiones, destituyendo a Fulgencio Yegros.

El 13 de mayo de 1811 el Cabildo, integrado por españoles, ratificó lo actuado por Bernardo de Velasco y la alianza con los portugueses.

Esa noche se celebró un baile en la residencia del gobernador, para festejar la alianza con “La Serenísima Señora Doña Carlota, sucesora de la Corona Española y los dominios de España”.  José de Abreu debía retornar sobre sus pasos, llevando los documentos firmados por Velasco y las autoridades del Cabildo.

En la mañana del 14 de mayo de 1811, Vicente Ignacio Iturbe se enteró que Velasco estaba informado de la sublevación, lo que obligó a adelantar los planes.

El capitán Pedro Juan Caballero, de apenas 25 años, fue terminante en la reunión urgente a la que convocó en la actual Casa de la Independencia, entonces residencia de Antonio Martínez Sáenz, español, casado con Petrona Caballero, edificación construida en 1772.

Durante la reunión dijo: “Si nos han de ahorcar mañana, muramos hoy”.

Se decidió sincronizar el horario de la revolución con un toque de campanas de la iglesia Catedral.

Era la señal acordada para la concentración de los patriotas en el cuartel general.

El capitán Pedro Juan Caballero ordenó que, a las 10 de la noche, se diera la señal de presentarse en el cuartel, lo que se hizo en el preciso momento en que el mayor Juan de la Cuesta, lugarteniente de Velasco, dejara la guardia nocturna, quedando en su lugar el capitán Mauricio José Troche, paraguayo, que formaba parte de la conspiración con otros 34 soldados de Curuguaty.

En el momento en que el cuartel, actual Congreso Nacional, abrió sus puertas, sonaron las campanas de La Catedral, llamando al pueblo a reunirse.  Era una noche cerrada debido a la nubosidad.

Una hora después la luna alumbró la revolución incruenta, en la que no se necesitó un solo disparo de armas de fuego.

El día 16 de mayo de 1811 Bernardo de Velasco aceptó renunciar ante la cuarta intimación, en la que se dio intervención directa al Dr. Gaspar Rodríguez de Francia, nombrado diputado juntamente con Valeriano Zeballos.

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