La calle El Paraguayo Independiente fue un homenaje de Don Carlos Antonio López a la gesta de mayo de 1811
En prosecución a la serie de entregas sobre las denominaciones de las calles de Asunción y la historia que encierran estos nombres, elaborada por la señora Evanhy de Gallegos, se darán detalles sobre la calle El Paraguayo Independiente.
La nominación la realizó Don Carlos Antonio López, el 1 de abril de 1849, en reconocimiento a los hombres y mujeres paraguayos que, el 14 y 15 de mayo de 1811, se declararon libres de ser gobernados por el imperio español, pero tampoco aceptaron el tutelaje y sometimiento a Buenos Aires o al imperio portugués del Brasil.
El presidente López también había denominado El Paraguayo Independiente al periódico que fundó el 26 de abril de 1845, con el objetivo de hacer conocer que el Paraguay era soberano y libre de ataduras de dominio.
El objetivo del primer órgano de prensa del país era la defensa de la independencia de las acechanzas de Buenos Aires.
Cuando la Argentina reconoció la independencia, después de haberlo hecho muchos otros países, dejó de redactarlo personalmente, al salir el último número el 18 de setiembre de 1852.
En su homenaje, el Día del Periodista Paraguayo se celebra cada 26 de abril, memorando la importante labor de la prensa.
En la época colonial la calle El Paraguayo Independiente se denominaba calle Real, la cuarta que conectaba con Tacumbú.
En la postguerra, autoridades todavía demasiado sometidas a los vencedores, cambiaron el nombre El Paraguayo Independiente por calle Buenos Aires.
La Municipalidad de Asunción derogó esta denominación por la Ordenanza 402 de 1959, volviendo a llamarse como lo dispuso Don Carlos Antonio López: El Paraguayo Independiente.
Nace en las adyacencias de la Dirección General de Puertos al Noroeste, en la intersección de varias calles como Colón, Benjamín Constant y Stella Maris, y se dirige al Este hasta la calle Independencia Nacional. Continuación de la misma es la avenida Mariscal López y es paralela a la calle Benjamín Constant al Sur y a la avenida República al Norte, en los barrios Encarnación y Catedral.
La historia recuerda que, en la noche del 14 de mayo de 1811, tuvo una importante labor una dama que vivía enfrente de la casa de Martínez Sáenz (Casa de la Independencia). Ella fue la encargada de transmitir los avisos en los cuarteles.
Los españoles no dudarían de la señora Juana María de Lara, viuda de José Díaz de Bedoya, tía de los Iturbe, quién era mayordoma de la iglesia Catedral y del templo de San Francisco.
Cuando Mauricio José Troche, con sus curuguateños, tomó el cuartel, actual Congreso de la Nación, sonaron las campanas de la Catedral y el gobernador Velasco envió al obispo Pedro García de Panés a averiguar qué pasaba.
El capitán Pedro Juan Caballero, a su vez, envió al alférez Iturbe con la orden de intimación a Velasco, proponiendo la convocatoria de un congreso que decidiría “la forma de gobierno que más convenga a la Nación”, a lo que Velasco se negó.
Para mayor presión, los patriotas reunieron a la población frente a la Casa de los Gobernadores, actual plaza Independencia o de Armas.
A la población civil se sumaron tres compañías de artillería y tres de infantería.
Al frente de este ejército debía estar el coronel Fulgencio Yegros, quien no pudo llegar a tiempo de Itapúa, de donde debía venir con 200 hombres.
Los próceres de mayo eran todos jóvenes y casi todos parientes entre sí.
Juan Bautista Rivarola Recalde era cuñado de Juan Bautista Acosta y sobrino de Manuel Atanasio Cabañas.
Los hermanos Vicente e Ignacio Iturbe eran oriundos de San Pedro de Ycuamandiyú, de donde también era Carlos Argüello.
Fulgencio Yegros era secundado por sus hermanos Antonio Tomás y José Antonio Yegros.
Pedro Juan Caballero, con sus hermanos Agustín y Pedro Antonio, eran parientes de Fray Fernando Caballero, tío de Gaspar Rodríguez de Francia, quien era pariente de Yegros y cuñado de Mariano Larios Galván.
A la segunda intimación Velasco volvió a negarse. Las contestaciones fueron y vinieron de ambos bandos en tira y afloje.
Ante la falta de respuesta se insistió con una tercera intimación. En la cuarta intimación, el día 16 de mayo de 1811, se informó a Velasco que fueron nombrados diputados el doctor Gaspar Rodríguez de Francia y el capitán Juan Valeriano Zevallos, a fin de “conformar un régimen de gobierno interino hasta que se arregle la forma de gobierno”.
A esta intimación respondió Velasco el mismo día 16. Los diputados adjuntos doctor Gaspar Rodríguez de Francia y el capitán Valeriano Zevallos prestaron juramento de rigor, ante los principales oficiales del cuartel general.
El comandante Yegros, que no alcanzó a participar de la revolución adelantada, recibió la noticia por su hermano Antonio Tomás, quién notificó al delegado de La Candelaria Vicente Matiauda.
En tres días llegó Yegros, cabalgando los 350 kilómetros desde Itapúa a Asunción, el 21 de mayo de 1811, a las cuatro de la tarde.
El pueblo y los patriotas salieron a aclamarlo, en medio del bullicio que provocaron once cañonazos disparados con júbilo.
En ese ambiente político se integró el gobierno provisorio, que compartió el poder con Bernardo de Velasco, Don Gaspar de Francia y Valeriano Zevallos.
La admisión de Velasco en el gobierno era recomendada por prudencia y de transición, ya que el nuevo gobierno de la Independencia se debía a una población criolla, pero también española, y se buscaba producir el cambio sin mayores incidentes.
El 23 de mayo se permitió partir al Tte. José de Abreu, ya que el nombramiento del portugués Souza, como gobernador de los 30 pueblos jesuitas, quedaba abortado.
El triunvirato del que se dejó participar a Velasco no llegó a durar 30 días. Velasco fue depuesto el 9 de junio de 1811, acusado de conspirar en una contra revolución con los portugueses.
Suspendido el funcionamiento del Cabildo, por ser todas autoridades españolas, y relevados todos los oficiales militares españoles, con excepción de Zevallos, español de confianza, se inició el nuevo gobierno.
La calle El Paraguayo Independiente recuerda a los hombres y mujeres que, con serenidad, firmeza y sabiduría, produjeron la revolución del 14 y 15 de mayo de 1811, sin disparar un solo tiro.