Domingo Martínez de Irala, principal hacedor de la ciudad capital, es homenajeado con una calle
Una calle de Asunción recuerda al principal hacedor de la ciudad capital. Sustituye a la ex calle 21 y se inicia en la avenida Juan León Mallorquín y su intersección con la calle Lirio al Sur y se prolonga al Norte hasta el río Paraguay. Es paralela a las calles Juan de Garay al Oeste y Ramón de las Llanas al Este, en los barrios Carlos Antonio López y San Antonio.
El escritor español Miguel Ángel Elkoroberezibar, quien escribió el libro “Domingo Martínez de Irala y su entorno en la villa de Bergara”, explica que, en la tierra donde nació el capitán de la conquista, había escuchado hablar de las exageradas aventuras del famoso “chingador” (fornicador), que hacían volar la imaginación a selvas exóticas y a batallas sangrientas.
Domingo Martínez de Irala nació en Bergara entre 1505 o 1506. Dice en su libro que, seguramente, la aventura de venir a las tierras descubiertas hizo que le vendiera sus bienes a su cuñado y se preparara para partir rumbo al Río de la Plata, con la tripulación del Adelantado Don Pedro de Mendoza.
Mendoza financió el viaje a América y Martínez de Irala, al vender sus bienes, sufragó su parte en la expedición y es la razón por la cual llegó a ser secretario privado del Adelantado.
Su padre era escribano del Rey, tenía formación académica y era de buen pasar económico.
El español Ramón Irala Solano, descendiente de la familia del capitán conquistador, al igual que Elkoroberezibar, había estado en el Paraguay buscando datos del famoso fundador de Asunción para escribir el libro.
Dichos autores volvieron a la capital del Paraguay en el año 2007. Estaban entusiasmados con la influencia histórica del capitán Domingo Martínez de Irala, lo que en España era desapercibido.
Visitaron a una de las descendientes de Irala, la historiadora Beatriz Rodríguez Alcalá de González Oddone, ya fallecida, y pudieron dialogar sobre el antepasado común.
En 1556, a la muerte de Martínez de Irala, había en Asunción más de 3.000 niños nacidos de la unión de hombres españoles con indias guaraníes.
Al morir, el 3 de octubre de 1556, “provocó un llanto general en la Provincia”. Hasta los que eran sus enemigos lo respetaban. Su entierro en la Catedral de Asunción fue uno de los acontecimientos de la colonia.
En marzo de ese año había hecho testamento y enfermo de muerte, en septiembre, el capitán Domingo Martínez de Irala, en su testamento, confesó con orgullo que era padre de nueve hijos, habidos de siete mujeres indias.
Lo ocurrido en Asunción no tiene precedente en otro país de América. Utilizaron la alcoba para la supervivencia mutua. No hubo idilio. El romance surgió de las necesidades de los conquistadores de apoderarse, por la fuerza, del trabajo de las mujeres que eran especialistas en agricultura.
Y la mujer guaraní entendió que debía mezclarse para tener hijos y no desaparecer. Esta responsabilidad genética existe en las mujeres paraguayas.
Lo mismo ocurrió después de la Guerra contra la Triple Alianza. Tuvieron los hijos suficientes como para refundar el país.