Manuel Ortiz Guerrero, calle que la ciudad de Asunción ha nominado con gran afecto

Continuando con la serie de entregas sobre los nombres de las calles de Asunción y la historia que encierra cada una de esas denominaciones, elaborada por la señora Evanhy de Gallegos, en esta ocasión se darán detalles sobre la calle Manuel Ortiz Guerrero, arteria de cuatro cuadras que señala donde estuvo su casa.

Por la Ordenanza 649/42 la calle Manuel Ortiz Guerrero es la primera paralela al Sur de la calle Teniente Fariña y desde la calle Paraguarí al Oeste, hasta Estados Unidos al Este.  Es paralela, así mismo, a la calle República de Colombia.

Al leer al escritor guaireño Catalo Bogado en su libro: “Ortiz Guerrero, Poesía Completa”, es factible conocer datos sobre su vida no siempre recordados.

Ortiz Guerrero había nacido en Villarrica el 16 de julio de 1894.  Murió a los 39 años.

Fue su padre el juez de paz, don Vicente Ortiz, de una familia acomodada e influyente de la capital guaireña.

Su madre le dio a luz, falleciendo durante el parto.  Se llamaba Susana Guerrero, era oriunda del barrio Itayvu de Villarrica.

Mitigó la ausencia de la madre, su abuela Florencia Ortiz.

Completó su educación primaria en la Escuela La Patria, dirigida por el profesor Delfín Chamorro y parte de la secundaria en el Colegio Nacional de Villarrica, donde compartió con grandes protagonistas de esa generación y de la vida intelectual guaireña.

Vivió en un tiempo de revoluciones y, acompañando a su padre, participó como soldado voluntario en el combate contra el coronel Albino Jara.

Tras esos sucesos, en 1912, siguiendo al padre y dos hermanos, viajó al Brasil donde su progenitor fue contratado por la empresa Matte Larangeira.

Al año regresó, volvió a Villarrica, estuvo en Posadas, Argentina y de ahí fue a Asunción en 1914, inscribiéndose en el Colegio Nacional de la Capital.

En 1915, en un concurso de poesía para homenajear al poeta uruguayo Juan Zorrilla de San Martín, ganó el primer premio y lo recibió de manos del doctor Bruno Guggiari, de Alejandro Guanes y de Juan E. O’Leary.

Su consagración llegó a los 21 años con las publicaciones de sus poemas: Loca, Ofrendaria y Aromas.

Estaba en plena juventud cuando en 1917, enfrentado a la triste realidad de su contagio de lepra, decidió volver a Villarrica.  Se le empezaba a descascarar la piel.

En 1921, Dalmacia Sanabria, una amiga de infancia, decidió vivir con él, “tras una tragedia sentimental que la dejó viuda antes de casarse”.  Fue quien le dio el soporte de acompañamiento hasta su muerte.

En Villarrica fundó la imprenta Editorial Surucua, donde a principios de 1922 editó Surgente.

Volvió a Asunción a pesar de la enfermedad, donde compró un terreno y construyó su casa. 

Adquirió de José María Duarte de “La Mundial”, una máquina impresora usada y, con la que trajo de Villarrica, inició su labor de tipógrafo, publicando sus obras.

Era el alma y centro de la vida intelectual de Asunción.

Participó de la Agrupación Patriótica Guarania, con otros grandes de la cultura, las letras y la música.

Siguió escribiendo poemas y teatro y se encerró en su imprenta Surucua, en su casa de la calle Antequera 528, que luego se transformó en Progreso y en la actualidad es Manuel Ortiz Guerrero.

Allí, en un pequeño galpón, funcionó su imprenta y el poeta desarrolló su labor literaria.

El galpón donde funcionó su imprenta fue escuela, taller y hogar, donde se discutía arte, política y filosofía.

En 1924, en su imprenta fabricaba y distribuía papel secante con la marca El Tony.

Editó tarjetas, revistas, libros, folletos, calendarios y recibos para las casas comerciales más importantes del país.

Dice Catalo Bogado que instaba a sus amigos músicos “a sacar la música paraguaya de su chatura”. 

Fue cuando “José Asunción Flores creó el género musical al que Manu denominó Guarania”.

En 1926, adquirió un terreno en Tayasuapé, distrito de San Lorenzo, donde construyó una casa de retiro y una laguna, con la intención de crear nutrias.

Entre sus numerosas creaciones, en 1928 escribió el famoso poema “Endoso lírico”, en el dorso de un billete de 50 pesos, que la reina de belleza, Anselmita Heyn, le envió como pago por unos versos que le dedicara.

En este sitio, donde hoy día se encuentra esta residencia, el poeta Manuel Ortiz Guerrero tenía su vivienda y su imprenta Surucua.

En 1925 publicó “India”, la emblemática guarania, con música de José Asunción Flores, que originalmente llevó su letra.

En 1932, en plena Guerra del Chaco, se enteró que José Asunción Flores, el músico creador de la Guarania, se hallaba en el campo de batalla, y le pidió a Facundo Recalde “que lo rescatara de la casi segura muerte”.  Flores volvió a Asunción.

En 1933, en su lecho de muerte, le pidió a José Asunción Flores que lleve la Guarania a Buenos Aires, donde se difundía con éxito la música paraguaya.  El 8 de mayo de ese año falleció.

Plaza con el nombre de los dos grandes creadores

La ciudad de Asunción también ha dado el nombre de Manuel Ortiz Guerrero, a la plaza pública ubicada entre las calles Mariscal López y Santa Rosa, del barrio de La Recoleta.

La plaza está cruzada por el arroyo Mburicaó y unida en sus extremos por dos puentes.

Cuenta con una estatua del poeta Ortiz Guerrero, obra del escultor Vicente Pollarolo, construida entre los años 1945 y 1946.

Fue el proyectista el arquitecto Homero Duarte.  La plaza fue inaugurada el 20 de marzo de 1948.

En 1972, se le agregó el nombre de José Asunción Flores, su compañero y amigo, cuyos restos mortales descansan en un recodo del arroyo, bajo una lápida de mármol que dice: “Aquí, junto al rumor leve del Mburicao, descansa y sueña guaranias José Asunción Flores”.

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