La calle Humaitá recuerda a la iglesia más cañoneada del mundo
Prosiguiendo con la serie de entregas sobre los nombres de las calles de Asunción y la historia que encierra cada una de esas denominaciones, elaborada por la señora Evanhy de Gallegos, se enfatizará en la importancia de Humaitá en nuestra historia nacional, por lo que con una arteria capitalina se le rinde homenaje.
Es la quinta paralela al sur de la calle Palma, continuación de la calle Fulgencio R. Moreno desde el eje de su nomenclatura Piribebuy al sur, ya Eduardo Víctor Haedo al norte, en los barrios La Encarnación, Dr. Francia y Catedral.
La calle Humaitá se denominaba Salado, por decreto de don Carlos Antonio López.

En el año 1778, el gobernador Pedro Melo de Portugal del reino de España, expidió un bando por el que hizo saber “a los vecinos de la Asunción, que quisieran poblar el paso, que se les cederían tierras en gratuito”.
De esta manera, con habitantes de Asunción, tuvo su origen Humaitá.
La imponente Humaitá
Humaitá fue un poderoso fuerte durante la Guerra contra la Triple Alianza, que se desarrolló entre 1864 a 1870. Estaba rodeado por una fortificación en cuadrilátero, donde se desarrollaron las batallas más trascendentes en la primera etapa de la guerra.
Su templo fue inaugurado el 1 de enero de 1861. La historia cuenta que los barcos, llevando a los invitados, partieron de Asunción el 28 de diciembre, disfrutando de los sonidos de tres bandas musicales: “Pyta, Para’i y Muha”, dirigidos por el maestro Dupuy.
Llegaron al día siguiente a las 10 horas, siendo saludados por la “Batería Londres” con veintiún cañonazos.
El presidente López fue recibido por su hijo, el general de brigada don Francisco Solano López.
A las siete de la mañana del día siguiente, el “buque Olimpo” zarpó a “Corrientes”, para invitar a las autoridades.
En la nave principal estaba colocada la estatua del patrón de la iglesia San Carlos de Borromeo y de Santa Rosa de Lima.
Al día siguiente, el 31 de diciembre, llegaron los invitados correntinos, volviendo a ser saludados con veintiún cañonazos.
La banda de música paraguaya ejecutó el himno argentino y la de los visitantes el himno paraguayo.
Durante la mañana del día 2 de enero, el presidente López pasó revista a una formación de 12.000 hombres. A las cinco de la tarde salió de nuevo el “Olimpo”, llevando de vuelta a los correntinos.
La trascendencia del templo
El “templo de Humaitá” fue uno de los más bombardeados de la historia mundial.
El 9 de septiembre de 1867, la escuadra enemiga forzó el paso de “Humaitá”, pero recién el 9 de julio de 1868, diez meses después, comenzó el sitio de la plaza guarnecida por 3000 hombres y 200 piezas de artillería.
Cuando fue abandonado “Humaitá”, la evacuación se hizo sin que el enemigo se diera cuenta, cruzando el río hacia el “Chaco”. A los 3000 hombres se sumaron 300 mujeres y sus hijos, ese 23 de julio de 1868, víspera del cumpleaños de Solano López, mientras una banda de música dejaba escuchar sus sonidos. El enemigo creía que se estaba de festejo de cumpleaños.

El traslado de la gente se hizo en 17 canoas, hasta el día 26. Cuando los aliados se dieron cuenta, en las últimas canoas el cruce se logró a sablazos, en temeraria resolución, en lucha cuerpo a cuerpo donde muchos cayeron.
Hoy el templo parece frágil, con sus ladrillos desnudos, defendiéndose del viento, las lluvias y el sol intenso.
Quien llega a cobijarse bajo los arcos de las ruinas que fueron el pórtico del “templo San Carlos de Borromeo” de “Humaitá”, siente la fuerza del espíritu defensivo demostrado durante la “Guerra de la Triple Alianza”, contra el Paraguay.
Es el mayor símbolo del valor personal de los paraguayos de entonces.