La calle Aca Yuasa recuerda la victoriosa batalla en medio del feroz ataque de 1868 a la fortaleza de Humaitá
Como continuación de la serie de entregas sobre los nombres de las calles de Asunción y la historia que encierra cada una de esas denominaciones, elaborada por la señora Evanhy de Gallegos, se brindarán datos sobre la batalla que se libró durante la Guerra contra la Triple Alianza, en medio del feroz ataque de 1868 a la fortaleza de Humaitá, a la cual se recuerda con una calle capitalina.

Por la Ordenanza N° 649 de 1942, esta calle recuerda el combate del 18 de julio de 1868. Aca Yuasa es la ex calle 18° Proyectada, continuación de la calle Dr. Adriano Irala al este de Independencia Nacional, desde donde se prolonga hasta la calle Gral. Francisco Miranda. Es paralela a las calles 25 de Agosto al sur y a Tatajyva al norte, en el barrio Obrero.
La trampa de Aca Yuasa
El 18 de julio de 1868 faltaban ocho días para que los paraguayos, con el Mariscal Francisco Solano López a la cabeza, abandonaran la fortaleza de Humaitá.
En medio del bombardeo feroz, el coronel argentino Miguel Martínez de Hoz fue designado para reconocer, por tierra, el reducto y con soldados argentinos y brasileños, se adelantó hasta el lugar que después de la batalla se denominó Aca Yuasa, por tratarse de una emboscada cruzada.
Las tropas paraguayas, comandadas por el entonces coronel Bernardino Caballero, tendieron una emboscada a los enemigos y obtuvieron un resonante triunfo.

A un lado del camino que debían seguir los aliados, se ocultaron 200 hombres de la caballería desmontada del Aca Moroti. Mientras, en el lado opuesto, había otros 200 hombres de infantería.
Una patrulla fue el “cebo” que se adelantó hacia el enemigo para atraerlo. Hubo intercambio de disparos. Los paraguayos debían dar la impresión de estar derrotados, por lo que se dejaron seguir, hasta el lugar donde estaban los dos grupos emboscados.
Allí los aliados fueron acribillados entre dos fuegos. Los argentinos sufrieron 65 muertos. Las bajas paraguayas fueron 120 hombres. Entre los muertos argentinos estaba el coronel Miguel Martínez de Hoz, de la alta sociedad porteña.

Bernardino Caballero verificó su deceso y observó que en el campo quedó tirado su reloj de bolsillo. Lo tomó y lo usó hasta el final de la guerra. Luego le hizo llegar el reloj a la familia Martínez de Hoz en Buenos Aires.
Martínez de Hoz pertenecía a una familia de acaudalados estancieros. Se había presentado como voluntario ante el general Mitre para la guerra contra el Paraguay.
