Biografías de Asunción – Roberto L. Pettit
La historia de Josefina de Lezcano de 68 años de edad, es igual a la de cientos de miles de connacionales; su familia es de Ka´a Puku, Departamento de Paraguarí; cuando ella tenía 4 años de edad emigraron hacia la capital. El imán de Asunción, su condición de madre de ciudades y su vocación generosa de albergar a propios y extraños junto a la promesa de mejores condiciones de vida, que traducido significa: estudios para los chicos, trabajo y pan para la familia, hicieron que el desarraigo del campo concluyera en la Capital de la República.
Era la década del 50, años de expansión y crecimiento demográfico para la Capital, que descubrió en el sur de su geografía el sitio ideal para albergar a las nuevas familias, migración interna poderosa de gente trabajadora que buscaba un lugar donde afincarse. Era la zona destinada entonces a las olerías (fábricas de ladrillos), chacras, huertas y tambos. Los nuevos vecinos venían de todas partes de la Republica a instalarse.
Al lugar se le llamó: barrio Roberto L. Pettit, en honor al joven republicano, muerto en 1954 cuando era jefe de policía, fue un mártir de la democracia, este malogrado e ilustre paraguayo dio al barrio no solamente su nombre, sino quedó como herencia ese temperamento y vigor apasionado que marcó su vida de dirigente político impregnando a la comunidad su energía y sus ansias de superación.
Doña Josefina al igual que muchos vecinos tradicionales y nuevos, claman por mayor seguridad en el lugar, es la garantía que falta para mirar con mayor confianza y optimismo el futuro.
Los padres Redentoristas ayudaron a la comunidad con la creación de la Iglesia y el centro educativo Santísimo Redentor, donde estudiaron Josefina y los demás pobladores; mucho cambió R. L. Pettit, fruto del esfuerzo barrial de las comisiones vecinales y el apoyo municipal, hoy es el barrio más poblado de Asunción totalmente integrado a la capital.