Una calle de Asunción recuerda al venezolano Rufino Blanco Fombona, quien defendió al Paraguay atacado en las dos guerras internacionales
Como continuación de la serie de entregas sobre los nombres de las calles de Asunción y la historia que encierra cada una de esas denominaciones, elaborada por la señora Evanhy de Gallegos, se brindarán datos sobre la vida de Rufino Blanco Fombona, de nacionalidad venezolana, escritor, quien fue un fervoroso defensor de la causa del Paraguay en la Guerra de la Triple Alianza, motivo por el cual con una calle capitalina se le rinde homenaje.

Por la ordenanza 15/93 se denomina así a la calle ubicada al Sur de la avenida Eusebio Ayala, que sustituye el nombre de la calle Félix de Azara, en el tramo comprendido por las calles Capitán Román García al Noroeste y Profesor Sergio Conradi al Sureste. Es paralela a las calles Juan Bautista Rivarola Matto al Sur y al Norte a Facundo Machaín, en el barrio Villa Aurelia.
Datos sobre su vida
Rufino Blanco Fombona nació en Caracas, Venezuela, el 17 de junio de 1874. Descendía de conquistadores españoles, pero también de héroes de la Independencia de España.
Estudió Derecho y Filosofía, aunque dejó los estudios para ingresar a la Academia Militar a los 18 años.
En 1892, luego de participar de una revolución, fue nombrado cónsul en Filadelfia. Allí comenzó a escribir poesía y se convirtió en escritor.

Al volver a Venezuela participó en revistas y fue enviado a la embajada en Holanda, desde 1896 hasta 1897. Siempre fue hombre de armas, que incluso defendió sus ideas haciendo uso de ellas.
En 1898 fue a la cárcel por haberse batido a duelo con un ayudante del presidente de la República, por no congeniar con sus ideas libertarias. Se tuvo que marchar a Nueva York, donde enseñó idioma español.
Estuvo en República Dominicana, donde trabajó como periodista hasta que fue nombrado cónsul en Boston. Pero al volver a su país, mató a un coronel que defendía el monopolio del caucho y volvió a ser apresado.
Eso le inspiró su primera novela: “El Hombre de Hierro”.

Atacó al gobierno, escribió panfletos políticos y estuvo desterrado de su país durante 26 años. Vivió en París y en Madrid.
Dirigió la editorial América durante 20 años.
Su esposa, Carmen Casanova, madre de su único hijo, se suicidó por su infidelidad. Cuando regresó a su país en 1939, fue nombrado embajador en Uruguay.
Su interés en la Causa Paraguaya
Rufino Blanco Fombona, poeta, ensayista, crítico literario, polemista, comenzó a interesarse en la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, con motivo de la publicación de una antología de poetas hispanoamericanos.
Le encargaron la redacción del prólogo y notó que, entre los poetas que figuraban, no existía ningún poeta paraguayo.
Esto motivó su protesta y que la nota que le solicitaran se refiriera a la historia de la guerra genocida contra el Paraguay.

Desde entonces, se convirtió en un defensor de nuestro país, sin otra retribución que la amistad de algunos escritores, un mariscal y su abandonado O’Leary, a quien prologó en “El Libro de los Héroes”.
Es de su pluma lo siguiente:
«El Brasil invade la República Uruguaya y el 12 de noviembre de 1864 quedan rotas las relaciones diplomáticas entre Paraguay y Brasil. Era la guerra. Gobernaba a la sazón en el Paraguay un repúblico eminente, el mariscal Francisco Solano López, hombre de acción, hombre de pensamiento, héroe de temple bolivariano, uno de los personajes más conspicuos que hasta ahora ha producido América del Sur. El Paraguay fue exterminado sin rendirse. Ya no le quedaban ejércitos. Las mujeres manejaban los fusiles que caían de las manos viriles, heladas por la muerte. Los soldados habían sucedido a los ciudadanos de la edad media, a estos los ancianos, a los ancianos los niños, a los niños las mujeres. Cuando Solano López cayó luchando contra todo el ejército aliado, solo contaba el ejército paraguayo con 470 hombres, que hicieron frente por última vez a todo el ejército coaligado, y a quienes los generales del Brasil, echando sobre sí una mancha indeleble, asesinaron en gran número, desde Solano López, el hijo de Solano, el vicepresidente, el ministro de guerra, la serie de mártires heroicos e innominados, que obscurecen Cambrone y prefirieron morir a declararse sometidos. Solo dos americanos han poseído hasta hoy, después de la independencia, rasgos precisos, acentuados, de la compleja y magna figura de Bolívar: José Martí y el Mariscal Solano López. Martí poseía del Libertador la elocuencia, el fervor del proselitismo, la tendencia al sacrificio, el apostolado, el amor de la América entera y una chispa de su genio. Solano López, la energía constante indeclinable, fabulosa, súper humano, el patriotismo intransigente, la incapacidad sublime para declararse vencido, el prestigio para arrastrar a las multitudes, el don de mando, el yo imperativo, el heroísmo, la fe en sí mismo y en su pueblo. Solano López, en defensa de su país, se volvió un demonio como Bolívar de 1813 a 1819. Aquel país heroico era digno de aquel hombre de hierro, aquel capitán vestido de honor y de fiereza, digno del pueblo homérico, que prefirió constantemente morirse que someterse”.
Rufino Blanco Fombona, el escritor venezolano que defendió sus ideas hasta con las armas, falleció en Buenos Aires el 16 de octubre de 1944.
