Una calle de Asunción recuerda a los Carios, habitantes de la Gran Nación Guaraní
Una calle capitalina, por Ordenanza Nº 649 de 1942, lleva el nombre de Carios, que recuerda a los habitantes de la Gran Nación Guaraní que, 1000 años AC, migraron desde el Caribe al sur, estableciéndose en el Paraguay y fundamentalmente en Asunción.
Se inicia en la avenida Intendente Guggiari al Oeste y se extiende hasta la calle Teniente Julián Antonio Riquelme. Es paralela, asimismo, a las calles Guaraníes, al Norte y al Sur a Indio Francisco, del barrio Vista Alegre.
Los cario – guaraní poblaron desde América Central a la Patagonia.
Se fueron extendiendo durante el milenio que precedió al calendario D.C. por Panamá, el mar Caribe, Colombia, Venezuela, Guayanas, parte del Ecuador, la región amazónica, eligiendo para prosperar el actual Paraguay, especialmente Asunción.
El caso paraguayo es único. Es el único país colonizado por los europeos donde pudo sobrevivir el idioma original por sobre el impuesto. Es lengua viva e idioma oficial.
Los descendientes de la raza originaria cario – guaraní, con fortaleza moral lograron imponer su cultura.
Los caraí – bes, en su larga marcha del ethos guaraní, definido por la etnóloga Branislava Sušnik como “el oguata”, dejaron la huella indeleble de los nombres geográficos que quedaron en esos países, donde “todo fue guaraní”, según explica el sabio Moisés Bertoni en sus investigaciones.
El mar Caribe fue el Mar de los caraí, señores guaraníes que dominaron la tierra y el mar, navegando por el Mar del Paraguay, llamado después Océano Atlántico.
En la ciudad colombiana Cartagena de Indias, el cacique Carex figura en la historia de la conquista como uno de los líderes que enfrentó, no solo a los españoles, también a los piratas de las naciones que asolaron Cartagena.
Bertoni definió a la raza guaraní como de origen asiático, que había llegado por el estrecho de Behring. Dice: “Los originarios vinieron desde Behring, pasaron por las Antillas, Colombia, Perú, Bolivia, Brasil hasta que finalmente recalaron en Paraguay, donde se formó el ser paraguayo”.
Diez años después de la llegada de Cristóbal Colón, en 1502, la nave pilotada por Américo Vespucio llegó hasta la Patagonia.
Sus relatos publicados en “Mundus Novus” fueron tan impactantes sobre los contactos que tuvo con los habitantes que poblaban la costa, que motivó la atención del filósofo inglés Thomas Moro, quien escribió “La Isla de la Utopía” en 1515, basada en la forma de vida de los habitantes guaraníes.
Dice en Utopía que “aquí existía el Ideal de la República de Platón”.
Resaltó la organización familiar, la carencia de propiedad privada, el gobierno de un consejo de ancianos, el sentido de igualdad entre los habitantes, el régimen de austeridad, la frugalidad, el libre comercio de los productos, la concepción de un solo dios, el hecho de que ni el oro ni la plata tuviera valor económico.
Entre los cario – guaraníes descubrió la sociedad perfecta, donde solo bastaba con poseer lo necesario que estaba a disposición de todos.
El Nuevo Mundo descubierto, para el pensamiento medieval, solo podía ser una utopía.
Los Carios de la Gran Nación Guaraní vivieron en la sociedad que el cantante Nino Bravo definió como el paraíso de esa utopía: ¡Cuando Dios hizo el edén, pensó en América!