Pepe “botella”, hermano de Napoleón Bonaparte, convertido en Rey de España, provocó una serie de sucesos que culminaron con la liberación del Paraguay del imperio español

Como parte de la sexta entrega de la serie denominada Asunción, 500 Años, elaborada por la señora Evanhy de Gallegos, en el marco de la historia de la actual capital de la república, se relata que corría el año 1808.

Se cuenta que al rey de España Carlos III le sucedió en el trono Carlos IV, quién aceptó que los ejércitos franceses invadieran las provincias del norte de España, para pasar a Portugal.

Los españoles, disgustados por esta autorización, se amotinaron en Aranjuez y obligaron a Carlos IV a abdicar en favor de su hijo Fernando VII.

El nuevo rey de 24 años, en medio de enfrentamientos familiares, ya que había conspirado contra su padre, también tuvo que dejar la corona.

Napoleón Bonaparte vio la oportunidad de hacerse dueño de España y, aprovechándose de los problemas familiares de los reyes, llamó a ambos: padre e hijo, a dirimir sus diferencias en Bayona, en un sitio neutral.

Bayona es una ciudad francesa de los Pirineos.  Allí los apresó y, luego de una política de coacción, consiguió que Fernando VII renunciara al trono en favor de Carlos IV, quién, a su vez, debió dejar el trono al hermano de Napoleón Bonaparte, José Bonaparte, conocido como “Pepe botella”, por su adicción al vino, quien se convirtió en el Rey de España, “eternamente beodo”, según la historia.

Mientras en Europa dirimían por las armas el poder, en América y, en especial en el Paraguay, reverdecían los recuerdos de don José de Antequera y de los Comuneros.

Don José Gaspar de Francia

En este ambiente de pre independencia, en su quinta de Ybyray (Trinidad), el doctor Gaspar Rodríguez de Francia, Alcalde de primer voto del Cabildo de Asunción -una suerte de Intendente de la ciudad- aprovechaba el tiempo libre para difundir sus ideas libertarias.

Se dedicaba a la profesión de abogado y dialogaba con el pueblo. Era un benefactor de los humildes, ya que no cobraba honorarios, solo a los pudientes.  No era codicioso, ni amante del dinero.

Recibía a la gente en su casa colonial de anchas paredes de adobe y corredores para protección del sol y la lluvia.

A doscientos metros, bajo un techo de paja, un “ycua”, conocido hoy como “Ycua Francia”, reunía a los vecinos que se acercaban ante la posibilidad de surtirse del agua de la naciente más pura del barrio. En la actualidad continúa fluyendo agua.

Era un hombre de buen pasar económico, como todos los que conformaron el grupo de patriotas que participó de la Independencia Nacional.

Fue la clase social de paraguayos que, por sus medios económicos, tuvo acceso a una educación superior, conocedora de los cambios sociales del mundo. 

Siendo alcalde de Asunción, Gaspar de Francia había enseñado en el Real Colegio Seminario de San Carlos.  En ese tiempo había abandonado el hábito religioso, que usaba acorde a sus estudios en Córdoba.

Imaginemos el edificio de los jesuitas convertido en Seminario de San Carlos, donde dio cátedras hasta que fue echado por sus ideas libertarias.

Era prácticamente el único edificio de la ciudad que contaba con una cúpula.  El frente miraba al río, como mira hoy la entrada de la Cámara de Diputados, y en sus corredores del costado, que da a la actual calle 14 de Mayo, frente a la plaza, se apretujaban al sol algunas mercaderas.

En mayo de 1809, la Junta de Sevilla de España designó al doctor Rodríguez de Francia, como diputado provincial ante la Corte.

Don Gaspar se negó.  Recibirlo hubiera sido estar de acuerdo con el sometimiento a España y no aceptó el cargo, por más honorifico que fuera.

Era anti español, austero y nacionalista y manifestaba su pensamiento en libertad.

Un comentario especial merece el porte y el vestuario atildado de Francia.  Usaba hebillas de plata en los zapatos, medias blancas de seda, levita de cordón azul, era aseado y prolijo al extremo.  Se afeitaba todos los días y peinaba una larga y prolija trenza.

En su juventud, gustaba acudir a los bailes populares.  Tocaba la guitarra, era propenso a los amoríos, alegre y expansivo, término utilizado por los historiadores que estudiaron su carácter rebelde.

Cuando le tocó ejercer el poder, optó por dedicarse, única y exclusivamente, al gobierno, manteniendo la soberanía nacional como única opción del Paraguay emancipado.

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