Una calle de Asunción lleva el nombre de Pedro Juan Caballero, líder de la Revolución de Mayo

Prosiguiendo con la serie de entregas sobre los nombres de las calles de Asunción y la historia que encierra cada una de esas denominaciones, elaborada por la señora Evanhy de Gallegos, esta vez se darán detalles sobre la arteria que lleva el nombre de Pedro Juan Caballero.

Comienza llevando esta denominación por la Ordenanza N° 28/1889 y, anteriormente, el 1 de abril de 1849, esta calle llevó el nombre de Apipé.

Casi un siglo después, confirma la denominación de Pedro Juan Caballero la Ordenanza 649/42, a la calle que es la tercera paralela al este de la calle Independencia Nacional y la misma nace en la avenida Mariscal Francisco Solano López y se extiende al sur hasta la calle Sebastián Gaboto, frente a la Penitenciaría Nacional.  Así mismo es paralela a las calles México e Iturbe, en los barrios Catedral, General Díaz y Obrero.

Datos sobre su vida

En Tobati, departamento de Cordillera, en la compañía Aparypy, a los pies de un cerro, en actual propiedad privada, el 29 de junio de 1786, nació el capitán Pedro Juan Caballero.

A fines del 1700, era Aparypy un pueblo importante, más que Tobatí, ya que fue sede de gobierno de la gran Provincia de Tobatí.

Con el correr del tiempo, quedó convertida en la compañía Aparypy, ubicada en la orilla del arroyo Piribebuy.

Los padres del Prócer de la Independencia tenían estancia y casa, a los pies de la pequeña elevación cónica de piedras sueltas, de unos 80 metros de altura, con arboleda alrededor. 

Ésta compañía está a nada más que 10 km. de Tobatí, en un lugar sumamente bello.

Pedro Juan Caballero era uno de los cuatro hijos de don Luis Caballero y de doña Luisa García de Caballero.

Salió de Aparypy para sus estudios en el Real Colegio Seminario de San Carlos.  

Eligió alistarse y hacerse militar y le pusieron al frente de los urbanos civiles armados, que podían ser movilizados en caso de necesidad.

En esas circunstancias, le tocó pelear en las batallas de Paraguarí, el 19 de enero de 1811, y de Tacuarí, el 9 de marzo de 1811.

De esta última, por más que la victoria acompañó a los nuestros, debió lamentar la muerte de su padre, que fue el autor de la gran picada y puente del arroyo Tacuarí.

Fue tanto el trabajo y el cansancio del padre de Caballero, que su corazón no pudo aguantar y murió repentinamente, en medio de la labor.

A su esfuerzo sobrehumano se debe el triunfo de la batalla de Tacuarí, donde fue vencido el general porteño Manuel Belgrano.

Con el cadáver de su padre a cuestas, desmovilizado, retornó el prócer a su valle de Aparypy.

Después vino a la capital y, por necesidad económica por la muerte de su padre, solicitó se le permitiera embarcar una partida de tabaco y yerba mate para Montevideo, pagando los fletes correspondientes.

No se le admitió la pretensión por ser paraguayo, ya que solo a los españoles les estaba permitido comerciar.

Pensaba Pedro Juan Caballero que le tendrían consideración porque su padre acababa de morir, defendiendo el gobierno español del avance del general Manuel Belgrano y los porteños.

Las ansias de libertad  

La juventud le había privado al capitán Pedro Juan Caballero de la posibilidad de integrar la fuerza militar, enviada por el Paraguay a Buenos Aires, contra las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807, pero las acciones de Paraguarí y Tacuarí, demostraron que era un militar nato.

Fue el líder de la Revolución de Mayo.  Se solía reunir con los otros complotados en la hoy Casa de la Independencia.

Fue uno de los primeros y más decididos conspiradores contra el gobierno del español Bernardo de Velasco.

Asistía regularmente a las reuniones celebradas en la casa de Antonio Martínez Sáenz y de doña Petrona Caballero Bazán, tía de Pedro Juan Caballero.

Se le había delegado el papel principal revolucionario con Fulgencio Yegros y Manuel Atanasio Cabañas.

En la mañana del 14 de mayo de 1811, Vicente Ignacio Iturbe se enteró que el gobernador Bernardo de Velasco estaba informado de la sublevación, lo que obligó a adelantar los planes, aún sin la presencia de las fuerzas del interior, al mando de Fulgencio Yegros.

Había que impedir la salida del teniente portugués José de Abreu, con los documentos de reemplazo de Fulgencio Yegros, firmados por el mariscal Diego de Souza, capitán general de Rio Grande do Sul, que tenía contacto con Velazco, para que el reino de Portugal herede el territorio de Paraguay, desprendido del virreinato del Río de la Plata y de Buenos Aires.

Al prócer le tocó tomar la decisión para acelerar el golpe.  Este estaba previsto entre los días 21 y 23 de mayo, pero se enteró doña Juana María de Lara, vecina de los Martínez Sáenz, durante una cena con autoridades, que estaban al tanto de los planes y pensaban abortarlo, por lo que se lo contó a Iturbe.

Los patriotas decidieron adelantarse.  Entonces, el capitán Pedro Juan Caballero encabezó y dirigió el golpe, ocupando con sus compañeros los cuarteles, en la noche del 14 de mayo de 1811. 

Pedro Juan Caballero tenía 25 años.  Entre los complotados, tuvo familiares que le acompañaron, sus hermanos Agustín y Pedro Antonio y Fray Fernando Caballero, su tío.

Esa noche del 14 de mayo de 1811 dijo a sus compañeros: “Si nos han de ahorcar mañana, muramos hoy”.

A su cargo estuvo la sincronización del golpe.

Juana María de Lara debía hacer tocar las campanas de la Catedral y debían abrirse las puertas del cuartel, en la esquina del actual Congreso de la Nación, entonces Seminario Real de San Carlos, convertido en cuartel cuando ocurrió la amenaza porteña.

Las campanadas eran la señal para la salida de las tropas afines y la reunión del pueblo frente a la Casa de los Gobernadores, en la actual llamada Plaza de Armas.

Todo se cumplió con precisión.  Las diez de la noche era la hora en que el comandante español Juan de la Cuesta, debía dejar el comando de la guardia, quedando el mando en manos del capitán Mauricio José Troche, que formaba parte de la conspiración con 34 soldados criollos de Curuguaty.

Cuando eran dueños del cuartel, abrieron las puertas, al escuchar sonar las campanas de la iglesia Catedral.  

A Pedro Juan Caballero le cupo, como jefe de la revolución, firmar las cuatro notas que dirigieron al gobernador depuesto, Bernardo de Velasco, solicitando renuncia, lo que prueba su liderazgo.

En los buenos tiempos

Caballero fue una figura política desde 1811.  Fue vocal de la Primera Junta del Paraguay Independiente.

Y, por lo visto, fue un año importante en su vida porque se casó con Juana Mayor Viana.

Tan imbuido estaba en las ideas libertarias, que a dos de sus hijos les puso los nombres: Librada Patria y Liberto Patricio.

Sus otros hijos fueron Francisco Solano, Justo Abel, Juan Pedro, Rosa Casta y Felipa Dolores.

Esta última y su esposo, Luis Bareiro, fueron padres de Cándido Bareiro, destacada figura en el servicio exterior del Mariscal López y presidente de la República en la postguerra de 1870.

Mientras Caballero formó parte del gobierno independiente, se proclamó la libre navegación a vapor, se protegió la primera empresa de navegación, se fomentó la enseñanza y cultura general del pueblo, se gestionó la independencia judicial y se organizó la expedición al Chaco, para retomar el fuerte de Borbón de los portugueses.

Pedro Juan en las conspiraciones

En octubre de 1813, el congreso reunido sostuvo la reelección de Caballero, pero al final prevaleció la candidatura de Fulgencio Yegros.

Un año después, en octubre de 1814, fue confinado a su estancia de Aparypy, donde estuvo desde 1814 hasta 1820, acusado de conspiración contra el doctor Gaspar de Francia.

Estaba en Tobatí cuando cayeron los primeros complicados en la conspiración de 1820, para sacar la vida a don Gaspar Rodríguez de Francia.

 A raíz de estos hechos fue condenado a muerte.

“La crueldad del tirano no se saciará con mi sangre”, escribió en las paredes de su celda, antes de suicidarse el 13 de julio de 1821.

Ignacio A. Pane, le dedicó unos versos.

Un fragmento de estos dice: 

“Llegaste a ser gigante en todo

para ejemplo inmortal de las edades

El héroe de la patria independencia

Y el mártir de las patrias libertades”.

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