El ex edificio de APAL, que fue local de la Municipalidad de Asunción, es uno de los valiosos patrimonios edilicios de la capital del país

Continuando con la serie sobre edificios históricos, que constituyen joyas y tesoros que aún posee Asunción, elaborada por la señora Evanhy de Gallegos, se destaca el ex edificio de la Administración Paraguaya de Alcoholes (APAL), ubicado sobre la calle Palma 1064 esquina Garibaldi, del barrio La Encarnación, donde resalta su imponencia.

Está declarado Monumento Histórico Nacional por la Ley N° 174/93 e integra el catálogo de Edificios y Sitios de Valor Patrimonial, según la Ordenanza 35/96.

Esta edificación fue sede de la Municipalidad de Asunción, luego fue el Ministerio de Guerra y Marina y después, por décadas, el local de la APAL.

Es propiedad del Estado Paraguayo.

Primero perteneció al migrante español José Costa, llegado al país en la post guerra del 70.

José Costa era un importante comerciante que también fue propietario de otro edificio ubicado sobre la calle Palma, catalogado como casa patrimonial, ocupada por la empresa Pérez Ramírez, en Palma N° 561.

El edificio de Palma y Garibaldi posee corriente estilista del neoclásico italiano y tipología en L, construido por el italiano Natalio Rapetti.

Se accede a los tres pisos por una imponente escalera.  En total posee una superficie de 5.835 metros cuadrados.

Durante la administración de la Intendencia de Asunción del Dr. Eduardo Schaerer, entre 1908 y 1911, se construyó el edificio que albergó las oficinas municipales hasta el inicio de la Guerra del Chaco.

El intendente Eduardo Schaerer Vera y Aragón fue hijo de Santiago Otto Schaerer e Isabel Vera y Aragón.  Había nacido en Caazapá el 2 de diciembre de 1873.

Como muchos jóvenes de su época, hizo sus estudios en el Colegio Nacional de la capital.

Hizo fortuna como comerciante y promotor inmobiliario, creando y desarrollando los barrios Ciudad Nueva y Sajonia y, cuando estalló la revolución de 1904, fue uno de los jefes civiles del Partido Liberal, lo que le dio notoriedad política. 

Fue Intendente Municipal de Asunción, cargo que asumió el 5 de julio de 1908 y ejerció hasta el 17 de enero de 1911.

Durante su gestión se construyó el edificio municipal que hoy es patrimonio de la Nación.

Entre sus obras como intendente de Asunción, fue responsable de la desatinada decisión de demoler la Casa de los Gobernadores, construida nada menos que hacia 1686.

En el espacio liberado se habilitó “El Paseo Centenario”, proyectado con motivo del Centenario de la Independencia Nacional.

Entre sus obras municipales figura la sustitución de adoquines de piedra por pisos tipo parquet de madera, en el tramo de la calle Palma, entre las calles 14 de Mayo y Alberdi, espacio que se denominó “petit boulevard”.

El insólito refinamiento vial no pudo sobrevivir al tiempo y a la gran utilización de la calle.

Durante el gobierno de Emiliano González Navero, fue designado ministro del Interior y luego presidente de la República, entre el 15 de agosto de 1912 y el 15 de agosto de 1916.

Fue el fundador del desaparecido diario La Tribuna.

En el edificio de la calle Palma, donde funcionó la Municipalidad de Asunción, ejercieron su labor los intendentes: Francisco Lara Bareiro, Arsenio López Decoud, Belisario Rivarola, Albino Mernes, Andrés Barbero, Miguel Ángel Alfaro, Baltazar Ballario y Pedro Bruno Guggiari, hasta 1932.

Debido al inicio de la Guerra del Chaco, el edificio fue destinado a sede del Ministerio de Guerra y Marina.

Hacia 1960, al inaugurarse el nuevo edificio construido para sede del Ministerio de Defensa Nacional, en la avenida Mariscal López, la casa patrimonial pasó a ser ocupada por la Administración Paraguaya de Alcoholes (APAL), destilería de alcohol.

Uno de los productos de mayor prestigio de la destilería es la famosa Caña Aristócrata.

Hubo un tiempo en el que, con solo caminar frente a la puerta del histórico edificio, el aroma a alcohol, que se filtraba en el ambiente, inundaba los sentidos.

Funcionarios de la APAL decían que los contagios de gripe pasaban de largo, debido a la desinfección provocada, incluso, por el aroma de la caña que allí se fabricaba.

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